Bajo la espesa vegetación de Alberta, Canadá, un gigantesco cementerio de dinosaurios conocido como «el Río de la Muerte» está revelando secretos que llevan 72 millones de años enterrados. En este valle oculto, miles de fósiles del Pachyrhinosaurus, un primo robusto del Triceratops, yacen amontonados como si el tiempo se hubiera detenido tras una catástrofe repentina.
Hoy, un equipo liderado por la paleontóloga Emily Bamforth ha regresado a Pipestone Creek, un lugar tan rico en restos que se le conoce como el «oro paleontológico» de Norteamérica. ¿La misión? Descifrar cómo una manada entera de estos gigantes herbívoros murió prácticamente al mismo tiempo. 😱
«Tenemos huesos por todas partes: costillas, caderas, dedos del pie… incluso piezas que ni siquiera podemos identificar aún», comenta Bamforth, acompañada de su perro Aster (quien, por cierto, está entrenado para ahuyentar osos 👀).
📚 Una clase magistral sobre dinosaurios… a cielo abierto
Este hallazgo monumental forma parte de la serie «Caminando con Dinosaurios» de la BBC, una de mis series favoritas entodo el mundo, en el que recrearon en 3D estas fascinantes criaturas de la era del Cretácico Superior. Con unos 5 metros de largo, cuernos en la frente y un extraño bulto nasal, el Pachyrhinosaurus vivía en grandes manadas y migraba cientos de kilómetros cada año.
Y la densidad de fósiles no es broma: se han encontrado hasta 300 huesos por metro cuadrado, en un área que solo representa una fracción del yacimiento total. Hasta ahora, se ha excavado el equivalente al tamaño de una cancha de tenis, pero los huesos se extienden por más de un kilómetro. 🤯
“Más de la mitad de las especies de dinosaurios conocidas han sido identificadas por un solo ejemplar. Aquí tenemos miles”, destaca la científica.
🌿 Un ecosistema perdido… con más habitantes gigantes
Pero el Pachyrhinosaurus no estaba solo. En zonas cercanas como Deadfall Hills, el equipo ha encontrado restos de otro dinosaurio herbívoro: el Edmontosaurus, también conocido como el «dinosaurio con pico de pato». Uno de ellos, posiblemente de más de 10 metros de largo, se descubrió parcialmente gracias a una corriente que erosionó el terreno y dejó sus huesos a la vista.
El Museo de Dinosaurios Philip J. Currie es el epicentro de esta investigación, donde el equipo analiza restos como el enorme cráneo apodado «Big Sam», una pieza de 1.5 metros de largo que aún guarda muchas incógnitas.
“Tener acceso a tantos ejemplares nos permite entender no solo su biología, sino también cómo crecían, cómo era su comunidad y hasta qué tan únicos eran ciertos individuos”, explica Jackson Sweder, director del museo.
🌪️ ¿Qué causó esta extinción en masa?
La hipótesis más aceptada: una inundación brutal y repentina, probablemente causada por tormentas intensas en las montañas cercanas. Un río desbordado, árboles arrancados y toneladas de agua cayendo sobre una manada que no podía escapar a tiempo. El Pachyrhinosaurus era robusto, pero no exactamente un buen nadador…
Las marcas geológicas del sitio parecen confirmarlo: capas de sedimentos en espiral, rocas arrastradas, restos mezclados como en un gigantesco remolino. Es literalmente una fotografía del desastre, impresa en piedra. Impresionante, ¿no? Cómo la tierra nos puede contar su historia y la tecnología puede acompañar su narrativa e ilustrarnos, como en la siguiente imagen computarizada en la que se puede apreciar lo que muy probablemente estaba sucediendo antes de la tragedia: el paso de un basto grupo de Pachyrhinosaurus migrando.
“Es una tragedia para ellos, pero un tesoro para la ciencia. Cada año descubrimos algo nuevo”, concluye Bamforth.
Y apenas están comenzando. Esta historia aún tiene capítulos ocultos bajo tierra. Quién sabe… quizá en alguno de esos estratos esté el eslabón que falta para entender cómo vivían —y cómo murieron— los gigantes del pasado. 🦕✨